Domingo 31 de Agosto de 2008 |
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El conflicto fundamental
La guerra de Putin con el lobby sionista
USA-Europa |
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(IAR-Noticias) 13-Febrero-07
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Putin, Bush, y el escenario de
la nueva "guerra fría" |
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Vladimir Putin,
el hombre de la mirada de hielo, formado en el mundo del espionaje (KGB), con el petróleo como herramienta estratégica de
poder, intenta relanzar a Rusia como la gran potencia del siglo XXI.
Por
Manuel Freytas (*)
Emergente de las
cenizas del Kremlin y de la Guerra Fría, y luego de expulsar del poder al lobby sionista infiltrado con Yeltsin tras
la caída de la URSS, la Rusia de Putin se proyecta hacia la consolidación de un Imperio forjado a partir de la vieja
sociedad capitalista de las armas, el petróleo y las finanzas.
Se trata de un reposicionamiento de la "Guerra Fría", no ya entre dos sistemas opuestos (el capitalista y el comunista) sino entre dos potencias capitalistas que se disputan la hegemonía
del poder mundial.
La antigua "guerra fría"
de la URSS con EEUU (y el bloque aliado de naciones capitalistas) era principalmente por áreas de influencia militar y política:
el sistema comunista vs. el sistema capitalista occidental.
Como consecuencia irradiadora,
en el mundo y en los cinco continentes confrontaban" dos sistemas": la "revolución socialista" por vías del poder
armado, o del poder político (exportada por la URSS), y la "civilización capitalista de libre mercado" (exportada por
EEUU y sus aliados).
Con la derrota y desaparición
de la URSS (punto de referencia geopolítico y logístico de la "revolución socialista" y de sus movimientos armados) desaparece
el sistema comunista, y el sistema capitalista occidental de "libre mercado" ingresa al nuevo "orden mundial" convertido
en sistema hegemónico unipolar liderado por EEUU como potencia locomotora.
Por lo tanto, a la contradicción
fundamental de la "guerra intersistemas" (comunismo vs. capitalismo) por áreas de influencia y dominio geopolítico-militar,
le sucede la "guerra intercapitalista" por áreas de influencia y de control de recursos productivos y de mercados,
dentro de un mismo sistema.
Como consecuencia irradiadora,
los conflictos sociopolíticos ya no se desarrollan en el radio de influencia de "sistemas diferentes" (comunismo vs.
capitalismo) sino como contradicciones económicas, políticas y sociales de un "sistema único": el capitalismo de libre
mercado nivelado como "única civilización" para todo el planeta
En este contexto internacional,
la llamada nueva "guerra fría" de Rusia con EEUU (y el bloque aliado de la Unión Europea) es principalmente por áreas de influencia
comercial y competencia por los mercados: el Estado capitalista ruso vs. el sistema capitalista occidental de libre mercado,
liderado por EEUU como potencia locomotora.
Pero, para entender
la nueva "guerra fría" por áreas de influencia que mantienen Rusia y EEUU, es necesario entender primero la guerra de Putin
con el lobby sionista ruso-europeo-estadounidense.
El
fracaso del lobby sionista
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Oligarquía sionista: Mijaíl Jodorkovski, dueño de la petrolera
rusa Yukos, hoy encarcelado |
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Oligarquía sionista: Roman Abramovich, 40 años y más
de $13.3 billones, según revista Forbes |
Tras la desaparición de la URSS, en la década del 90, la administración Boris Yeltsin desmanteló por
completo al ex Estado soviético para ponerlo en manos de la mafia interna (la "nueva oligarquía" sionista) aliada a las
transnacionales y bancos capitalistas, con terminales en Europa y EEUU, que intentaban integrar a Rusia y a las ex repúblicas
socialistas al "gran mercado capitalista".
Severamente disminuida en sus capacidades militares y económicas, y perdidas buena parte de las áreas
de influencia que en su momento detentó la URSS, los nuevos líderes e ideólogos nacionalistas rusos, con Putin a
la cabeza, apostaron a la estrategia y la táctica como armas para redefinir su futuro (no en balde Rusia es la sociedad ajedrecística
por excelencia en el mundo).
El Gobierno de Yeltsin, con Putin de primer ministro, consolidó las "reformas" y el ingreso al poder
de los "oligarcas" entre los cuales brillaban con luz propia Boris Berezovksy
y Mijaíl Jodorkovski (dueño de la petrolera rusa Yukos, hoy encarcelado, y que aspiraba a la presidencia). Ambos eran
señalados como cabezas emblemáticas de lo que se conocía como el "lobby sionista" de la Rusia pots-soviética.
Luego de asumir como presidente interino por la enfermedad de Yeltsin, Putin (con su entorno
conocido como la "camarilla de la KGB") inició una purga feroz contra el "lobby sionista" de los oligarcas que se profundizó
cuando llegó a la presidencia de Rusia por elecciones, convertido
en el nuevo "líder fuerte" del país.
Una vez que Putin (y tras ejercer el gobierno interino por enfermedad de Yeltsin) asumiera la presidencia
en el 2000, restauró la burocracia soviética convertido en "nacionalismo ruso" con un fuerte control sobre las FFAA
y el aparato de seguridad y con la hipótesis de "guerra contra el terrorismo checheno" infiltrado por la CIA.
Desde esa posición de poder, Putin y su grupo iniciaron una persecución contra el poder de los oligarcas
"sionistas", en primer lugar contra los dos multimillonarios Berezovksy
y Khodorjovksy, hoy exiliado en Londres uno, preso el otro, acusado de evasión y fraude contra el Estado.
Desde allí Putin inició la purga y la cacería de los sionistas pro-Washington, cuyas representaciones más emblemáticas
eran los mencionados oligarcas potentados Berezovksy y Mijaíl Jodorkovski,
el dueño de Yukos, el gigante petrolero luego comprado y nacionalizada por el gobierno ruso en el 2004. El arresto de Jodorkovsky sacudió al mundo financiero de Europa y de Wall Street,
y el sionismo mediático lanzó una ofensiva internacional para conseguir su liberación.
El arresto de Jodorkovsky sacudió al mundo financiero de Europa y de Wall Street, y el sionismo mediático lanzó
una ofensiva internacional para conseguir su liberación.
La prensa británica llegó a especular sobre una posible conexión entre Jodorkovsky y Jacob Rothschild, cabeza
emblemática del sionismo británico.
Jodorkovsky, según la prensa británica, habría solicitado apoyo a un grupo neoconservador de EEUU conectado con el
lobby judío que controla la Casa Blanca.
Roman Abramovich y Boris Berezovsky, se exiliaron en Reino Unido luego de trasladar parte de sus fortunas
a Londres.
Luego de acceder al poder con Yeltsin, Putin y el grupo nacionalista de la ex burocracia soviética refugiada en la
KGB atacaron los dos frentes operativos de los "oligarcas" para apoderarse de Rusia:
1) La oligarquía y el lobby sionista ruso con terminal en el lobby judío de Washington y Wall Street que, infiltrada
en el gobierno de Yeltsin, propiciaba la sociedad de consumo y el "libre mercado" para apoderarse de la economía
rusa tras la caída de la URSS.
2) La guerrilla fundamentalista chechena infiltrada por la CIA que había colaborado con la mafia rusa y los oligarcas
para desestabilizar y derrocar al régimen soviético, y que ya actuaba para el sionismo ruso con terminal en Washington-Wall
Street.
El cerco a Rusia
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Revoluciones
naranja: Un manifestante adhiere a un gobierno "pronorteamericano" |
Una vez que Putin y los nacionalistas
rusos expulsaron del gobierno a los oligarcas, el lobby sionista europeo-estadounidense (que fracasó en
su proyecto de controlar el mercado y el sistema económico productivo ruso con un modelo capitalista trasnacional
con terminal en Washington y Wall Street), operó en tres frentes para derrocarlo.
1) las "revoluciones naranja"
que buscaban controlar los gobiernos, el mercado y el sistema económico-productivo de las ex repúblicas soviéticas
integrándolas al modelo capitalista trasnacional con terminal en Washington y Wall Street.
2) La mafia (armas y drogas)
y el "terrorismo checheno" controlados por la CIA que buscaban desestabilizar el espacio postsoviético creando las
condiciones para el ingreso de gobiernos títeres de Washington y el lobby sionista.
3) La inclusión en la OTAN (y
en la Unión Europea) de las ex repúblicas soviéticas del Pacto de Varsovia para trazar un cerco militar alrededor de
Rusia.
La estrategia "otansista" del lobby
EEUU- Unión Europea intentaba aislar a Rusia por medio del establecimiento de un cordón de repúblicas ex soviéticas
con gobiernos pronorteamericanos y sumisos a Europa alrededor del cuello económico de ésta (petróleo y gas).
Las redes de la droga y el tráfico de armas infiltradas por la CIA y los servicios secretos
rusos, así como las disputas estratégicas
entre Rusia y el eje EEUU-Unión Europea por áreas de influencia,
son factores esenciales que cuentan en las "revueltas populares"
que hasta ahora -salvo Uzbekistán y Bielorrusia- han terminado con gobiernos pro-Washington en la región.
Las protestas y los movimientos de caos planificado y de desestabilización callejeros
(Georgia, Ucrania y Kirguistán) fueron organizados por las ONG financiadas y dirigidas por Washington utilizando las redes
económicas de la CIA canalizadas a través de la USAID, según informes de la inteligencia rusa expuestos en el Parlamento
moscovita.
Todas las "revoluciones de
terciopelo" en aquella región sirvieron a los intereses financieros globales de Washington –representados por la Open
Society de George Soros y la Fundación Nacional para la Democracia (NED) cuyos fondos provienen de la Agencia
Internacional para el Desarrollo (USAID)- para fracturar y desmembrar las fronteras nacionales de sus más importantes
rivales geoestratégicos: China, Rusia e India.
En opinión de expertos rusos las llamadas "revoluciones de terciopelo" de Georgia,
Kirguistán y Ucrania no fueron tales sino movimientos golpistas "democráticos" orientados a sustituir gobiernos
fieles a Moscú por otros que respondieran a los intereses de Washington.
Con políticos que responden incondicionalmente a las
directrices de la Casa Blanca, como es el caso de Viktor Yushchenco en Ucrania, cuya campaña fue organizada y financiada
por el Departamento de Estado, a través de su esposa, quien fuera secretaria de George Bush padre.
Parte de las ex repúblicas comunistas
de Europa del Este que conformaron la Unión Soviética -y el Pacto de Varsovia-,
ahora son miembros de la OTAN., la fuerza militar liderada por Estados Unidos que nació para combatir la expansión militar
del ex Imperio Soviético del que formaban parte estos flamantes miembros de la alianza atlántica.
Desde el fin de la Guerra Fría, la estructura militar controlada por Estados Unidos primero,
incorporó a Polonia, Hungría y la República Checa, y ahora se extiende a Rumania y Bulgaria. Además, con las tres repúblicas
bálticas de Lituania, Letonia y Estonia, llega casi hasta Finlandia.
Con la ampliación de la OTAN con "socios confiables" de las ex repúblicas soviéticas de Europa del Este, Estados
Unidos consiguió la consolidación de su poder geopolítico y militar estratégico en la región, en desmedro de
Rusia, y China que ven afectadas y desestabilizadas sus fronteras y áreas de influencia.
El caos y la desestabilización planificada con las "revoluciones de terciopelo" en el Asia Central
forman parte del mismo proyecto estratégico, cuyo objetivo central apunta a desestabilizar las fronteras y áreas de influencia
de Rusia con el propósito del control militar y geopolítico sobre las ex repúblicas soviéticas.
En este marco, y luego de asumir la
presidencia en el 2000, Vladimir Putin, el hombre de la mirada de hielo, formado en el mundo del espionaje (KGB), con el
petróleo como instrumento geopolítico-económico estratégico, ponía en marcha su proyecto de relanzar a Rusia como la gran
potencia del siglo XXI
El contraataque
petrolero de Putin
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El presidente de Irán, Mahmoud
Ahmadinejad estrecha la mano de su par ruso Vladimir Putin |
A principios del 2000, ya convertido
en presidente de Rusia, Putin, formado en el mundo del espionaje (KGB) y con un curriculun que incluye una tesis doctoral
sobre la utilización del petróleo como instrumento geopolítico-económico estratégico, comenzó su proyecto de reposicionar
a Rusia como gran potencia mundial, utilizando como herramienta sus colosales reservas de petróleo y gas y su condición de
país pivote entre Asia oriental y Europa.
Favorecido por los altos precios
del petróleo, con $200.000 millones en reservas de oro y divisas duras, y con su renovado sistema de armamento nuclear y convencional,
el gobierno de Putin comienza a desafiar a la hegemonía imperial estadounidense en relación a los países situados por
Washington en el "eje del mal", como Irán, Siria, Venezuela, Libano, Corea del Norte y las organizaciones y países
anti-sionistas de Medio Oriente y el mundo islámico.
Dispuesto a imponer su condición
de gran potencia energética del siglo XXI, el gobierno de Putin ha venido estableciendo acuerdos con otros países para el
desarrollo de una red de oleoductos y gasoductos que convertirán a Rusia en el gran árbitro del suministro de petróleo
y gas para Europa y los grandes centros económicos y demográficos del Asia oriental (China, India, Japón, Corea del Sur).
Putin (quien compite por áreas de
influencia con el llamado "Imperio unipolar") ya se posicionó en el mercado de la "carrera armamentista" convirtiéndose en
principal proveedor de armamento y tecnología de guerra a los países situados en el "eje del mal".
Guerra
y negocios: el viejo axioma que hizo grande a los Estados Unidos
de Bush y al lobby sionista capitalista europeo, también vale para la Rusia capitalista emergente del gobierno nacionalista
de Vladimir Putin que reestatizó las empresas públicas de la ex URSS, particularmente las de energía y de armas.
Con Rusia severamente disminuida
en sus capacidades militares y económicas, y perdidas buena parte de las áreas de influencia que en su momento detentó la
URSS, Putin y su gobierno nacionalista apostaron a la estrategia del desarrollo energético con el petróleo y
el gas como herramientas tácticas fundamentales.
Siguiendo esa línea estratégica
la administración de Putin ha recuperado sistemáticamente el control de las empresas que explotan los recursos petroleros
y gasíferos en su territorio, y actualmente cerca del 80% de las reservas mundiales de hidrocarburos le pertenecen a compañías
de propiedad estatal.
Rusia posee las mayores reservas
de gas natural en el mundo a la vez que posee las séptimas reservas petroleras en magnitud y es el actual segundo productor
mundial de petróleo. Sus reservas gasíferas y petroleras de los Urales y Siberia, al igual que las de Venezuela, son
las únicas grandes reservas mundiales de hidrocarburos fuera del inestable triángulo Mar Negro-Mar Caspio-Golfo.
Gazprom -el monopolio estatal ruso,
primer exportador de gas natural del planeta- tiene como objetivo controlar el tránsito de gas hacia Europa, Asia y Medio
Oriente.
La administración de Putin concretó
una serie de acuerdos que le aseguran que la producción de petróleo y gas de las repúblicas centroasiáticas (Kazajastán, Uzbekistán,
Turkmenistán) seguirán utilizando los oleoductos rusos para exportar su petróleo y gas hacia
Europa y en el caso de Kazajastán,
el transporte de petróleo ruso hacia China a través del oleoducto Atasu-Alashankov, recientemente inaugurado.
Los acuerdos comerciales con Teherán,
el apoyo técnico al desarrollo de la industria nuclear iraní, y su condición de principal proveedor de armas a las fuerzas
armadas del país islámico, convierten a la Rusia de Putin en un instrumento clave de resolución del conflicto nuclear planteado
entre Irán y el lobby sionista EEUU-Unión Europea
Irán, que tiene a Rusia como principal
referente de poder frente al sionismo USA-Europa, es una pieza clave para el dominio y control de la estratégica y vital
región del Golfo Pérsico.
La gran nación persa posee fronteras
con dos de los vértices del triángulo petrolero (Mar Caspio, Golfo Pérsico, estrecho de Ormuz) y resulta ideal para
el tendido de uno o más oleoductos que lleven el petróleo y gas ruso, y de otras ex Repúblicas Soviéticas del Asia Central
(Tayikistán, Uzbekistán, Kazajstán y Turkmenistán), hasta puertos del Golfo Pérsico y desde allí hasta los mercados petroleros
del Asia oriental.De ahí también, que para Putin la relación con Irán adquiere importancia geopolítica y militar clave
en su tablero de construcción de poder con el petróleo como herramienta fundamental.
Por último, y no por ello menos
importante, son las asociaciones estratégicas establecidas por los gobiernos ruso y venezolano para la exploración
y explotación de bloques en la faja petrolífera del Orinoco y con Pdvsa gas para la posible participación de Gazprom en la
construcción del Gasoducto del Sur que interconectará América del Sur a partir de Venezuela.
Pero, sin dudas, la asociación estratégica
Rusia-Irán y el "efecto musulmán" son las dos cartas estratégicas fundamentales que los halcones norteamericanos e
israelíes deberán evaluar antes de lanzar los misiles contra las instalaciones nucleares de Teherán. Petróleo y "efecto
musulmán": una combinación letal que podría convertir a un ataque militar a Irán en una tercera guerra mundial íntercapitalista
con EEUU y Rusia como actores principales.
Zbignieb Brzezynski, ideólogo del
lobby sionista USA señala en su libro El Gran Tablero de Ajedrez: Primacía Americana e Imperativos Geoestratégicos,
que uno de los imperativos de dicha geoestrategia consiste en impedir que "los bárbaros se unan".
La estrategia de Putin se sitúa
en las antípodas del ideólogo sionista: Rusia, con el petróleo como arma estratégica de poder, junta a los bárbaros del
"eje del mal" contra el Imperio hegemónico USA-Unión Europea.
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(*) Manuel Freytas es periodista,
investigador y analista, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. |
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