Influyentes círculos sionistas de todo el mundo han estado acosando a los gobiernos occidentales para que promulguen legislaciones
que incriminen a las personas críticas con Israel sobre la base de que el anti-sionismo es, en realidad, anti-semitismo disfrazado.
Los esfuerzos sionistas no han sido un completo fracaso ya que algunos políticos y legisladores occidentales de forma desvergonzada
están repitiendo como un loro el bulo sionista, ignorando el inmenso abismo que existe entre el odio patológico a los judíos,
conocido comúnmente como anti-semitismo o judeofobia, y el rechazo moral de las manifiestamente criminales políticas de Israel
respecto al pueblo palestino.
Hace unos pocos años un famoso escritor francés fue declarado culpable de “anti-semitismo” por escribir un
libro sobre la mitología sionista en relación a Palestina.
En Austria se arrojó a la cárcel a un historiador británico por cuestionar la versión israelo-sionista del holocausto.
Y en Estados Unidos, el país de la Primera Enmienda, se ha “proscrito” a una importante editorial por publicar
libros que el lobby judío mundial considera “anti-israelíes”.
Afortunadamente, existen muchos judíos con conciencia que rechazan valerosamente la afirmación sionista de que anti-sionismo
y anti-semitismo son dos caras de una misma moneda.
El pequeño aunque cada vez más activo grupo, conocido como Natori Karta (guardianes de la Ciudad), representa la
más relevante oposición judía al sionismo y a Israel.
Este grupo considera que el sionismo es inherentemente inmoral y antitético del verdadero judaísmo.
Ante esto, uno está casi innatamnente movido a preguntar cómo puede un grupo de judíos ultra-ortodoxos que incluye a sabios
de la Torah con credenciales impecables ser anti-semita.
Pues bien, la respuesta sionista clásica es que ¡¡¡los judíos que rechazan el sionismo son judíos que se odian a sí mismos!!!
Sin embargo, esta explicación es tan válida como afirmar que los alemanes que rechazaban el Tercer Reich eran alemanes
que se odiaban a sí mismos o alemanes incompletos.
Establezco esta analogía porque realmente existen más puntos en común entre sionismo y nazismo que entre sionismo y judaísmo.
¿Qué es lo que quieren?
Pero, ¿qué esperan lograr los sionistas tratando de poner fuera de la ley a los críticos con Israel y con el sionismo,
y a la oposición pública a estos, especialmente en occidente?
Su objetivo último está claro. Quieren que el resto del mundo reconozca y admita que Israel es una nación especial ya que
se afirma que los judíos son un pueblo especial.
Quieren que el mundo admita que las leyes y las normas que se aplican para el resto del mundo, por ejemplo, el derecho
internacional, no se aplican a Israel.
Quieren que yo y toda la humanidad admitamos que aunque los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad pueden
ser condenados cuando son perpetrados por los “goyim” (el mundo no judío), el mismo crimen se debe tolerar
e incluso aceptar cuando es perpetrado por judíos.
Y cuando el mundo habla en contra de esos crímenes si los cometen judíos sionistas, se soltará la acusación pre-fabricada
de “anti-semitismo” a la cara de las personas críticas con Israel.
Y si da la casualidad de que las personas críticas son judías, se invocará la indigna mantra de los “judíos que se
odian a sí mismos” para silenciar e intimidar a los judíos críticos.
Pues bien, el mundo no debe sucumbir nunca ante la intimidación y el acoso sionista. Se supone que vivimos en un universo
ético donde lo que está bien está bien y lo que está mal está mal.
Y si permitimos que estos megalómanos auto-adoradores se abran camino, Dios no lo quiera, entonces en un determinado momento
nos veremos obligado a metamorfosearnos en esclavos similares a robots al servicio de un poder satánico universal empeñado
en controlar a los pueblos del mundo controlando los gobiernos del mundo.
Por consiguiente, no debemos permitirnos nunca sucumbir ante este monstruoso “poder judío” que está tratando
de envilecer la moralidad universal y de corromper la conciencia humana. Debemos seguir llamando al pan pan y al vino vino
aunque los veamos en manos de los hombres más poderosos.
No se odia a Israel porque es judío
Con todo, es importante dejar absolutamente claro que no se odia más a Israel por ser “judío” de lo que se
odiaba al nazismo alemán por ser ario o alemán.
Se odia a Israel por su maligna ideología y sus igualmente malignas prácticas. Un país cuyo nacimiento y supervivencia
fue, y continua siendo, a expensas de otro pueblo es un país maligno y no tiene derecho a existir.
Un país que está entregado a la destrucción y aniquilación de otro pueblo es un país maligno independientemente de cuántos
admiradores tiene por todo el mundo.
Se odia a Israel por su opresión sistemática e institucionalizada, su limpieza étnica, sus asesinatos masivos, sus demoliciones
de casas, su apartheid, racismo y genocidio a cámara lenta de los no judíos, como es el caso en Gaza.
¡¡Se odia a Israel porque oprime a la gente y la discrimina de una manera que recuerda a la era nazi porque estas personas
no pertenecen a la “tribu elegida”!!
En resumen, se odia a Israel por sus actos malignos, no por su identidad judía. Afirmar que se le odia por su religión
o “raza” es un bulo equivalente a una mentira colosal.
La mayor obligación moral del anti-sionismo
No existe la menor duda de que se debe luchar incansablemente contra el anti-semitismo, lo mismo que contra la islamofobia
y otras formas de racismo, y que debe ser arrancados de raíz, aunque dada la naturaleza humana esto pueda ser una tarea imposible.
El anti-sionismo, sin embargo, es algo diferente, ya que el sionismo representa el mal en su forma más horrible. Sí, el
sionismo ha producido muchos científicos y hecho algunos avances tecnológicos. ¿Y bien? También los nazis alemanes produjeron
muchos científicos y crearon muchos avances tecnológicos.
En última instancia, las naciones, como los individuos, son juzgados en primer lugar por sus credenciales morales, no por
sus logros científicos, especialmente si estos últimos son utilizados para provocar una mayor injusticia en relación a otros
seres humanos. Por ello un científico que practica y apoya el mal debería ser considerado un hombre malvado independientemente
de los prestigiosos premios que haya recibido.
Por todo ello, creo que estar en contra del sionismo es una obligación moral fundamental para toda la humanidad.
En última instancia, luchar contra el sionismo sirve también a los mejores intereses del pueblo judío.
Enlace con el original: www.uruknet.info?p=47391